Las ciudades permanecen o se renuevan entre lo insólito y lo cotidiano. Imposible aprehenderlas desde una sola mirada, cuando se viven de formas simultáneas y contradictorias.
Carlos F. Rossini intentó el ejercicio cinematográfico de la ciudad. Entendió que debía invitar más miradas, multiplicar los testimonios y los asombros. Se subieron al proyecto Maya Goded, Nuria Ibáñez y Julio Hernández Cordón, con una consigna implícita: hablar de la ciudad que recorrían todos los días, encontrar la maravilla de los traslados cotidianos. Así surge Ciudad: documental rompecabezas de aliento vertoviano, con piezas que, lejos de unirse, expanden la experiencia citadina: sus construcciones, sus habitantes, su extravagancia y su intimidad.
Ciudad se presenta en la sección Ahora México de Ficunam 11.
“Formulé un chiste hace tiempo pensando en Ciudad”, cuenta Carlos F Rossini, ya fuera de la entrevista “Dicen que el cine ha muerto porque ha perdido sus cualidades narrativas por los medios masivos; al mismo tiempo las ciudades están colapsando. Entonces, cuando el cine y la ciudad han muerto, ahí vamos nosotros a hacer una película que apuesta a la narración y a la ciudad. Y no lo puedes hacer solo, hay que hacerlo con banda y amigues”.
En Ciudad sobresalen dos cosas: el tema y la reunión de cuatro directores, ¿qué fue primero?
Al principio iba a ser hecha nada más por mí, pero comencé la producción y me pareció terrible que un solo par de ojos contara la ciudad, era limitar la posibilidad de gestar imágenes y secuencias que hablaran de los encuentros que uno tiene mientras la transita. Es una película de tránsitos, los cuatro directores somos personas que la recorren, quedó reflejado por dónde nos movemos y cómo enfrentamos este encuentro. Esta película apuesta a una experiencia cinematográfica más pura, más esencial, tiene que ver con la creación del espacio y el tiempo cinematográficos.
¿Cómo establecen reglas y organizan el trabajo con Julio, Maya y Nuria?
A Maya la conocía y amo su trabajo: cuando realizó Plaza de la soledad tuve el honor de emitir mis opiniones. Con Julio nos conocemos desde la escuela, en algún punto compartimos departamento; con Nuria nos conocemos desde que llegó a México y he ayudado a producir un par de sus pelis. Desde antes dialogo con ellos en diferentes niveles, lo que no era muy natural era hacer una peli con estas propuestas: no estamos contando un personaje, no buscamos finales, no tiene capítulos, el material se mezcla porqué íbamos contra la idea de la película como una demarcación del ego. El cine puede vivir sin eso y tratamos de hacerlo. Las reglas son vagas porque si pones muchas empiezas a limitar la posibilidad creativa. Si bien había cuidado para que no se fuera por ciertos caminos, había una definición que permitió crear y descubrir.
Me hace pensar en los cines comunitarios, donde la voz de autor es secundaria.
El cine para mí es más un medio de encuentro que de comunicación, todo el tiempo armo equipos, codirijo, aporto desde mi conocimiento sobre cómo narrar desde una mirada menos dictatorial. Eso no quita que tenga ganas de hacer películas solo, pero si veo la oportunidad de un equipo, creo que la riqueza de muchos cerebros aportando es más contundente que en un proceso solitario.
Tú haces la fotografía de toda la película, ¿hay sellos de autor o preocupaciones específicas cuando acompañas a cada uno en sus segmentos?
Fue placentero trabajar con ellos. Como fotógrafo me interesaba que la película permitiera lo aleatorio-orgánico. Fue un buen desafío unificar la fotografía y al mismo tiempo responder a cómo narra cada director. En la fotografía también invitamos a Ernesto Pardo y Mariana Ochoa, ella hace una secuencia de Maya. Y después pasa algo interesante: la inclusión del editor León Felipe González y el diseñador de sonido José Miguel Enriquez, porque si bien es una película que permite muchas formas, se hace con la cámara, con sonido, en el montaje y el diseño sonoro. Me sorprende todo lo que conserva de la idea principal. Cosas dirigidas por los otros directores se parecen muchísimo a lo que yo alguna vez pensé. Por ahí había cortes con imágenes monumentales que volvían épica a la película y empezamos a debatir, ¿por qué tenemos que buscar lo épico? La experiencia cotidiana no es épica, y si bien el cine no es la vida, se trata de que sea orgánica.
Ciudad muestra personajes y espacios poco representados, o que al menos no vemos de forma constante en el cine, buscan alrededor de los lugares comunes.
Habíamos recorrido lugares similares, alguien podía leerlo como marginales y al mismo tiempo no lo son, tiene que ver con la experiencia cotidiana de cada uno. Uno de los debates era cómo no caer en la postal de la marginalidad o lo emblemático, en el caso, por ejemplo, del sonidero. Discutimos cómo no caer en la postalización del evento, sin negar el gesto que ha hecho el cine con muchos espacios y colonias, la gentrificación de eventos y espacios. No estábamos de turista, como a veces pasa en el documental. Es la ventaja de hacer una película de la ciudad en la que vives: ya tienes una reflexión, sientes pulsos reales, ahí empieza un juego cinematográfico interesante y está bueno que no se sienta la postal. Hablamos de una experiencia íntima pero no desde el centro, sino interactuando con millones de experiencias íntimas.
Presentarla en Ficunam de alguna manera es presentarla en Ciudad de México, ¿qué te parece esta oportunidad?
Ficunam es de esos espacios serios de amor al cine, muy congruente con lo que implica la experiencia cinematográfica. Lamentablemente este año es online, A otro otro festival online le hubiera dicho que no quiero mostrar así la película, pero Ficunam merece eso y yo me merezco que la peli esté en Ficunam. En este festival ves el riesgo de cineastas intentando y encontrando aciertos, es un espacio donde se habla de cine, se ve cine, pone a las películas y al debate cinematográfico en el centro. Eso me late y me siento orgulloso, más agradecido más que orgulloso: halagado.
Ciudad (México, 2020). Director: Carlos F. Rossini, Maya Goded, Julio Hernández Cordón y Nuria Ibáñez. Guion: Carlos F. Rossini en colaboracion con Maya Goded, Julio Hernández Cordón y Nuria Ibáñez. Fotografía: Carlos F. Rossini. Edición: León Felipe González. Música: Daniel Hidalgo Valdés. Producción: Carlos F. Rossini. Compañía productora: Bambú Audiovisual