Rabia, de Jorge Michel Grau, y el hijo del licántropo

Entonces muere tu madre. Entonces, tu padre te lleva a vivir a una ciudad dormitorio de casas sombrías e inquilinos dementes. Entonces descubres los diarios de tu tío. Entonces sospechas que tu padre podría ser un hombre lobo. 

Desde el mito de la licantropía, pero también con la firme creencia de que los verdaderos monstruos se encuentran en las familias, Jorge Michel Grau realiza en Rabia su segunda entrega de la trilogía del duelo, que tuvo su primer momento en Somos lo que hay (2010), donde la muerte del padre se cifraba desde el vampirismo y el canibalismo.

En Rabia se describe la relación áspera y asfixiante entre un padre bronco y su hijo adolescente, después de que ha muerto la esposa y madre de ambos. Un ambiente inhóspito amenaza desde la violencia de los vecinos, pero también desde el deterioro de un hogar desarraigado y una familia que se destruye entre sospechas y silencios.

 Rabia tendrá su estreno el 4 de octubre en la plataforma Prime Video. Antes, hará una gira por cines del circuito cultural. El director Jorge Michel Grau y su productora Mayra Espinosa Castro platicaron con nosotros sobre esta inquietante historia de padres, hijos y casas sombrías bajo la luna llena. 

 

Rabia es una película cercana a Somos lo que hay, tu ópera prima. Nos explicas que es parte de una trilogía y aquí me pareció interesante es el tema de la pérdida. ¿Por qué te ronda esta idea? ¿Qué es lo interesante de esto? 

Jorge Michel Grau (JMG): No hay nada más terrorífico que la pérdida. Nadie puede crecer libremente sin la idea de perder a alguien, como uno de sus miedos más profundos. En segundo lugar, las pérdidas cambian por completo tu vida, tu rol social, tu psique, puede convertirte en una persona distinta a la que eras. A partir de ahí surge esta idea de lo cerca que están las muertes de la gente que te conforma. Recuerdo cuando nos atrapó la pandemia, mi miedo más grande eran mis padres, la posibilidad de que entonces sucedieran todas las pérdidas que he temido. Es ese ejercicio de enfrentarse a tus propios miedos.

 

Rabia, Dir. Jorge Michel Grau

 

Además de la presencia de Juan Manuel Bernal, también destaca la participación protagónica de Máximiliano  Nájar, en un papel muy distinto de lo que hizo en Los lobos de Samuel Kishi. ¿Cómo fue la relación con él?

JMG: Lo habíamos visto en Los lobos y Mayra lo sugirió. En ese momento cumplía 14 años y tenía el cabello largo, como se ve en la película. Entonces, comenzamos a construir una imagen para él.

Nos acercamos a sus padres. Ellos tuvieron una conversación con él y Max expresó su deseo de participar en la película. Tuvo un entrenador personal, con quien trabajó muy de cerca. También realizó ejercicios con Juan Manuel. Nos preocupamos mucho por su acercamiento a la película, debido a la naturaleza del tema, pero estaba encantado. Era impresionante ver cómo se transformaba: daba vueltas, corría y jugaba con su hermano. Cuando lo llevábamos al set, entraba en el personaje de inmediato. Fue muy gratificante trabajar con él.

 

También destaca la locación. Pensaba en películas como La zona o Blanco de verano, que ocurren en unidades habitacionales que se convierten en personajes específicos. En el caso de Rabia se trata de un espacio de lo más inhóspito. 

JMG: Quería ubicar a los personajes en una situación extrema. Un lugar aislado donde su contexto cambia a los personajes. A partir de esta premisa, pensé en cuál es el contexto que afectaría más a la gente, y resultó ser el lugar donde habitan. La unidad habitacional empieza a asfixiarlos, los somete a ciertas situaciones, los encierra y funciona así.

Somos lo que hay realiza un ejercicio similar pero en un contexto más amplio, la ciudad desempeña un papel clave. En este caso, la unidad habitacional era más reducida, los personajes están constantemente asfixiados y encerrados. Por eso buscamos unidades habitacionales desoladas, agresivas, sin vegetación, un lugar donde nadie querría estar.

Mayra Espinosa Castro (MEC): Representó un desafío encontrar esta locación. Sabíamos que había algunas unidades así en las afueras de Guanajuato, el Estado de México o Puebla. Pero todas las unidades de un piso ya estaban muy transformadas por la gente que las habitaba. 

Finalmente, uno de los chicos del scouting nos ayudó desde Google Maps. Encontramos en Pachuca una unidad casi abandonada, donde sólo vivían doce personas. Esto fue perfecto para nosotros, ya que cada una de las casas nos sirvió como camerino, baño y hasta para la terapeuta. Solo pusimos una cortina para que pareciera de un vecino más, y esos fueron nuestros campers. Fue una joya, es una unidad habitacional abandonada.

JMG: Además, obtuvimos la colaboración de muchos habitantes, y hasta perros como extras. En el guión se especificaba que tendríamos perros en la mayoría de las escenas, y tener perros en las películas es costoso. La colonia estaba llena de perros, así que pusimos la cámara, aventábamos algunas croquetas, y teníamos extras de forma gratuita.

 

 

¿Recibieron algún tipo de apoyo por parte de la oficina de filmaciones de Hidalgo? 

MEC: Las comisiones te ofrecen opciones si buscas un desierto o un entorno marítimo, pero para una situación como ésta, contamos más con el apoyo del gobierno de Hidalgo. Una vez que encontramos la locación, ellos nos brindaron apoyo adicional a través de su Comisión y sus contactos en Turismo.

JMG: Esto se relaciona con el ejercicio de descentralización que se lleva a cabo en este momento. Pero necesitamos más apertura. A veces es difícil conocer el potencial de un estado, no sólo en términos de locaciones, también en términos de fondos y posibilidades de colaboración, porque ciertamente es costoso llevar una unidad de filmación a cualquier lugar, pero con esta conciencia de que necesitamos descentralizar, necesitamos más ojos. Ellos podrían ser nuestros ojos. Si las comisiones enfocan de esta manera, podrían abrir catálogos que indiquen dónde se pueden filmar y qué oportunidades existen. 

 

¿Cómo se consiguen fondos para una película tan complicada de pitchear como Rabia? Entiendo que tuvieron apoyo de EFICINE, eso implica entablar conversaciones con empresas u otras partes interesadas. 

MEC: El estímulo fiscal funciona con los contribuyentes. En este sistema, una empresa destina el 10% de su ISR al proyecto cinematográfico. La mayoría de las empresas tienen valores de marca y desean transmitir ciertos mensajes a través del estímulo fiscal. Aquí hay un desafío: la mayoría de las empresas tienen intereses en géneros como la comedia romántica, por ejemplo. Tuvimos que presentar la película centrándonos en el drama y el mensaje que queríamos transmitir. No nos enfocamos en elementos como el hombre lobo, sino en la esencia de la relación entre el padre y el hijo. Al final, es la esencia de la historia y lo que funciona.

Mirando hacia el futuro, mi intención es luchar por este cine, para que no quede truncado debido a ciertos intereses de empresarios y marcas. Creo que es una recomendación importante para futuras películas.

 

Además, tengo la impresión de que en estos momentos películas como Rabia tienen enorme impacto. A nivel mundial, los superhéroes pierden fuerza frente a directores como Jordan Peele o Ari Aster; en México es posible que las comedias románticas hayan agotado su fórmula, mientras funcionan películas como Huesera, Mal de ojo o Rabia. ¿Qué piensan de este momento que vive el género?

JMG: Estas nuevas perspectivas no necesariamente son de género, pero sí tienen una mirada social cruda y directa hacia ciertos sectores, y están funcionando muy bien. El público las recibe positivamente, sobre todo en el extranjero, donde es más fácil que encuentren su camino en festivales y abran el camino para otros cineastas que están tratando de financiar sus obras.

Rabia es un drama familiar con un enfoque en nuestro lado oscuro. Me encanta la idea de construir el misterio y revelar secretos a medida que la gente se va enterando de lo que sucede. Esto se asemeja mucho al thriller, pero en mi opinión es un drama familiar oscuro con matices de thriller.

Estas películas demuestran lo que somos capaces de hacer en términos de calidad de producción, y son de un nivel excepcional. Dejan una huella profunda y abren el camino para las siguientes.

 

En los créditos de Rabia aparece el novelista Bernardo Esquinca de script doctor, y en los agradecimientos también mencionas a otro escritor, Alberto Chimal, tu coguionista en 7:19. Me llama la atención que te nutras de otros narradores que no son cineastas, pero que involucras en lo que estás haciendo. ¿Cómo te enriquecen para crear tu obra?

JMG: Me ayuda a sacudirme la técnica. A veces uno se encuentra escribiendo muy apegado a estructuras, a la duración y a las restricciones, pero cuando llegan estos autores, con quienes ya tengo una amistad a través del trabajo, encuentro la libertad de desarrollar discursos o narraciones sin restricciones. Trabajar con ellos me permite darles mis primeros apuntes y ellos, al leerlo, me proporcionan caminos que puedo explorar en beneficio de la película. Luego, puedo recuperarlo y realizar un ejercicio más técnico. Ellos tienen un enfoque diferente, un mundo interior de los personajes que en el cine a menudo es difícil de retratar. Por eso me acerco a ellos y les muestro mis apuntes, para ver cómo puedo hacer crecer la historia.

Rabia (México, 2023). Guion y Dirección: Jorge Michel Grau. Producción: Mayra Espinosa Castro. Producción ejecutiva: Mónica Lozano, Eamon O’Farril. Producción asociada: Julio Serrano Espinosa. Compañías productoras: Velarium Arts, Alebrije Producciones, Eficine Producción. Dirección de fotografía: Santiago Sánchez. (A . M . C.). Diseño de producción: Nohemí González. Edición: Jorge Macaya, Karen Espinal. Posproducción: Pedro de la Garza. Diseño sonoro: Sergio Díaz. Sonido directo: Anaid Orozco. Canción original: Mengers. Elenco: Juan Manuel Bernal, Maximiliano Nájar, Mayra Batalla, Angelina Peláez, Gilberto Barraza, Marco Antonio Argueta, Francisco Barreiro, Octavio Michel Grau, Adrián Aguirre.