‘Soldado’, de Francisco Sánchez Solís: encuentros entre los campos de la revolución

Una historia de la Revolución Mexicana: un pastor que encuentra el cadáver de un soldado y se roba su casaca; un rebelde que lo captura porque lo confunde, justamente, con un militar, el encono y la comunicación que se da entre ellos, a pesar de parecer de bandos opuestos...

 

De las muchas aristas que puede tener un conflicto armado, Francisco Sánchez Solís elige, en su cortometraje Soldado, la veta de la comunicación fugaz o imposible entre dos extraños. 

Filmada en un territorio solitario y agreste por los rumbos de Tepejí del Río, en el estado de Hidalgo, Soldado es una historia producida desde el Concurso Nacional de Proyectos de Cortometraje por Regiones 2020 del Imcine, que ahora se forma parte de la Competencia Oficial del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, en su sección de Cortometraje Iberoamericano.

 

Platicamos de Soldado con su creador, Francisco Sánchez Solís.

 

Hay muchas películas ambientadas en el contexto de la Revolución Mexicana, pero quizá se ve la parte bélica o la vida de los personajes famosos. Tú creas una historia más cercana, lo que vivieron los jóvenes de aquella época. ¿Cómo surge la idea de este cortometraje?

Esta idea de que fuera en la Revolución fue extraña, me gusta la historia y la historia del país es un código importante. Lo que más me interesaba era la parte humana, personal. Me interesa entender cómo el ser humano va reaccionando a los contextos que le toca vivir. Quería hablar sobre la violencia y los horrores de la guerra que estamos viviendo, pero fuera de contexto para hacer una reflexión más atemporal. Esto me daba la libertad de meterme más en los personajes. Este tipo de historias pueden pasar en cualquier parte del mundo, en cualquier conflicto bélico e incluso ahora en México con un trasfondo similar. Yo quería ver cómo los individuos van reaccionando a estas situaciones desde la intimidad, y cómo desde estas decisiones personales van forjando su camino. 

 

Tus actores, Ari López y Gabriel Carvajal, son importantes porque en ellos cae el peso de la película. ¿Cómo elegiste a esta dupla de actores y qué hiciste con ellos para meterlos en sus papeles? 

El trabajo que hice con ellos fue canalizar la violencia y la agresión a las que están sujetos. Si bien son microagresiones de la vida moderna, que no tiene que ver con lo que plantea el corto, da una base para llegar a reacciones auténticas. 

Tuve un proceso de ensayos en los que pude contar con los dos; trabajé primero con uno, luego con el otro y después juntos. Mis ensayos eran muy físicos. Tuve la asesoría de Fernanda Rivera, coach actoral que nos propuso varios ejercicios, porque si bien no es una película de acción, sí hay mucha corporalidad. Estamos hablando de dos personajes que están en una travesía extenuante, uno está herido, están muy cerca de la muerte por el contexto histórico en el que viven y por la situación que plantea la historia, hay esa urgencia de sobrevivencia en todo momento. 

Después trabajé mucho con ellos, con sus propias experiencias para canalizarlas y darle sentido a las situaciones que planteaba la historia. 

 

Además de la muy buena fotografía de Nur Rubio Sherwell, el sonido de Daniel Loustaunau también se me pareció importante...

Lo que me importaba en la parte de sonido fue la idea de que las cosas terribles de la guerra suceden mientras la vida continúa. Mientras estos dos personajes cruzan sus caminos y tienen esta vivencia, el río sigue corriendo, los insectos siguen su vida, el paisaje, que si bien puede considerarse inhóspito, por otro lado es hermoso. Quise alejarme de usar música, una herramienta muy efectista para puntualizar emociones, preferí irme por este acercamiento naturalista. 

 

 

Me gustaría saber sobre las locaciones, ¿en qué espacios ubicas la historia, y qué elementos te dieron?

Grabamos en un rancho en el estado de Hidalgo, cerca del municipio de Tepeji del Río. Cuando fui a la exploración de locaciones encontré un lugar amplio, era muy seco, inhóspito, recordaba las pinturas de finales de siglo XIX del Altiplano mexicano, muy amarillo, mucha nopalera, y ahí me inspiré. 

Pero cuando estaba listo para iniciar el rodaje el paisaje había cambiado, porque fue justo después de la temporada de lluvias: estaba más verde, había agua, se escuchaba mucha vida y pensé por qué no podría plantear mi historia en este ambiente, sin irnos al lugar común de las películas bélicas, donde el paisaje es hostil. En varias tomas tratamos de buscar que este paisaje verde se sintiera hostil, agresivo, y creo que visualmente logramos buenos momentos. El paisaje tiene está contradicción, porque es muy  bonito pero en él están sucediendo cosas muy violentas.

 

Soldado, Dir. Francisco Sánches Solís

 

¿Cuáles son tus impresiones de ser seleccionado para el Festival Internacional de Cine en Guadalajara?

Estoy muy feliz y agradecido, primero con el Imcine, por darme la oportunidad y la confianza de hacer este proyecto, a todo mi equipo que le puso mucho esmero, talento y tiempo: fue un rodaje que tienes que generar todo en la intemperie, estuvimos aislados, dormimos como pudimos, de día mucho sol, pero creo que estamos muy satisfechos con el resultado. Y presentarlo en Guadalajara es un sueño: además de ser un festival importante, el hecho de que sea un encuentro iberoamericano me llena de mucha ilusión. 

Cuando hice esta pieza tenía el temor de que fuera muy mexicana, no sabía si se iba a traducir bien a otras partes. Entonces me emociona mucho que en un festival iberoamericano se presente este proyecto, y pues muy agradecido con Guadalajara, por la oportunidad.

Soldado (México, 2021).  Dirección: Francisco Sánchez Solís. Guión: Francisco Sánchez Sentíes. Producción: Gabriel Barragán Sentíes. Sonido: Daniel Loustaunau. Fotografía: Nur Rubio Sherwell. Edición: José Pablo Escamilla, Francisco Borrajo. Dirección de Arte: Mara Ugalde. Reparto:  Ari López, Gabriel Carbajal, Marco Rivera