‘Sin señas particulares’ de Fernanda Valadez: el viaje al infierno de los desaparecidos

El hijo de Mercedes le avisa a su madre que se irá a trabajar al otro lado y ella no lo vuelve a ver. Mujer de campo, sin experiencia en ministerios públicos o pesquisas policiales -¿pero quién la tiene?-, Mercedes se lanza a la búsqueda de su hijo por la frontera, ciudades, carreteras, inhóspitas rancherías. El viaje, que inicia con incertidumbre, se torna amenazante, demencial. 

 

Desde esta premisa Fernanda Valadez crea una de las películas más inquietantes de los últimos tiempos. Sin huellas particulares da testimonio de las desapariciones forzadas que se viven en México desde hace más de una década, pero va más allá: hace una radiografía de un país agobiado por la violencia, que tiene su centro neurálgico en un vínculo demencial entre víctimas y victimarios, con fronteras difusas, porque las causas de esa barbarie siempre parecen escaparse del entendimiento personal y colectivo.

 

Triunfadora en los festivales de Sundance. San Sebastián, Huelva, Morelia, Sin señas particulares ahora busca a su público natural, el mexicano. «Un homenaje que se sienta sincero y emotivo» para las víctimas de estas desapariciones forzadas, esta película estrena el 5 de agosto en salas comerciales y del circuito cultural mexicano.  


Sin señas particulares viene de un trabajo previo, el cortometraje 400 maletas, que coincide en el tema de las desapariciones forzadas. Más allá de la urgencia y necesidad de hablar del tema, ¿dónde está tu interés personal de abordarlo?

Un poco el shock y el pasmo que seguramente todos sentimos cuando empezamos a ver un cambio en la violencia. Aunque en México tenemos décadas con el crimen organizado, por ahí del 2009 o 2010 sentimos un cambio en el tipo de violencia y en cómo se sigue enraizando en todos los ámbitos de la vida.

Empezamos con un corto por el tema de financiamiento y la madurez, estaba todavía en el CCC, era estudiante que hacía su tesis. El corto lo vi como un primer acercamiento. Después, al ver lo que habíamos logrado entre Astrid Rondero, la productora, y yo, replanteamos expresar una crisis más profunda, más allá de lo que un corto puede hacer.

 

La película inicia como documental, después hay road movie y acaba con ribetes fantásticos, pero fantásticos en el sentido de los demencial, no puedes asir lo que ves y resuelves con imágenes distorsionadas. ¿Por qué estas decisiones estéticas?

Surgió en algún momento en la escritura. La primera versión del guión era muy parecida al corto. Según ampliamos la historia necesitamos de más personajes para expresar que esta barbarie atraviesa todas las clases sociales y que se esparce por todo el país.

Queríamos que el camino fuera la perspectiva del personaje que se avienta a lo desconocido, como los familiares de los desaparecidos que buscan sin entender el contexto, como no lo entendemos nosotros. Lo que decidimos desde el guión era no contextualizar demasiado, dosificar la información que recibe el espectador en el viaje. Queríamos que se sintiese un viaje realista al inicio, aludiendo a este contexto que no entendemos pero atisbamos, y conforme el viaje avanza el paisaje y los elementos expresan la interioridad, los miedos, las emociones del personaje principal.

Después, conforme escribíamos la violencia de manera más detallada, más nos alejábamos de la perspectiva emocional del personaje. En una discusión entre Astrid y yo, ella me dijo: “Te estás equivocando al detallar, hay que buscar figuras metafóricas”, y cuando lo decidimos la imaginación se liberó, eso fue muy benéfico para el guión y para la película.

 

Tu actriz protagonista, Mercedes Hernández, sorprende por la naturalidad con la que transita por todos los círculos del infierno. ¿Cómo trabajaste con ella?

Es una gran actriz, con trayectoria en teatro y cine, es narradora oral y esas herramientas le facilitan vincularse con el trabajo que hace en cada escena, de estar en el aquí y ahora.

Mi aproximación con ella era desde los estímulos específicos de cada secuencia. Meche tiene una gran capacidad para improvisar y vincularse con personas, en este caso encarnar el personaje de la madre de un desaparecido, que también es una mujer de una comunidad rural.

 

¿Por qué eliges la ficción para contar este tema? ¿Por qué no seguir el camino documentalista y trazar la ruta de una persona real, en vez de crear personajes?

En algún momento me pasó por la cabeza hacer un documental, pero creo que la ficción nos permite estar en el presente, donde el documental está solamente en el testimonio. Eso para mí era importante. Por supuesto que es muy importante reflejar, expresar y documentar cada uno de los casos tan terribles de desaparición y las travesías de los familiares para encontrarlos, pero la ficción permite estar ahí en el momento, se convierte en un secreto, por decirlo de alguna manera, entre víctima y victimario.

Eso no lo podemos ver en el documental, y eso para nosotras era esencial, acompañar a los personajes en estos momentos tan terribles, que nos hacen entender que en esta violencia la línea entre víctimas y victimarios es muy difusa, que muchas veces quienes se convierten en perpetradores han sido víctimas de violencia también. Ahí está la reflexión de esta película y el viaje de esta madre.

 

Hace poco entrevisté a Astrid Rondero por Los días más oscuros de nosotras y le preguntaba sobre tu participación como productora, Ahora tú estás en la dirección y ella te acompaña en la producción. ¿Qué me puedes contar de esta mancuerna?

Es una complicidad que establecimos desde que éramos estudiantes. Nos conocimos en su tesis del CUEC y encontramos una pasión por tipos similares de cine y por formas de hacerlo. Siendo las dos mujeres y de la comunidad LGBTTIQ sentimos que era importante hacer equipo para desarrollar historias con toda libertad.

Levantamos una compañía que fue Enaguas Cine, y luego una segunda, Corpulenta, y empezamos a desarrollar nuestros proyectos, el primero fue Los días más oscuros de nosotras y con esa película descubrimos que nuestra colaboración va más allá de la dupla directora-productora. Eso se manifiesta en Sin señas particulares con toda claridad, la participación de Astrid va más allá de ser productora, es totalmente coautora, en un sentido amplio. Y vamos a seguir explorando esa coautoría en el siguiente proyecto.

 

Sin señas particulares se considera una de las películas más importantes de 2020. Ha participado en festivales y ha tenido muy buenas críticas. ¿Esta respuesta cambia la visión de la directora con respecto a su película?

Lo relevante es que como directoras contamos las historias que nos apasionan, que sentimos, que tenemos que compartir, y eso es posible si somos las dueñas de la pastorela, si podemos definir las condiciones de producción.

Sin señas particulares tuvo un esquema de producción sui géneris, filmamos nueve semanas a lo largo de un año para tener cambios estacionales y que concentrará la sensación de viaje del personaje; no se hubiera podido hacer con una estructura convencional, donde una directora habla con un productor; es riesgoso mantener tu unidad a lo largo de un año.

La segunda reflexión es lo importante para nosotras de mantener la independencia, con todo y que trabajamos con socios muy generosos, en este caso los hermanos Zagha, productores españoles, además del Foprocine que es coproductor de esta película.

La tercera es que una vez que terminas la película debes hacer lo que está en tus manos para que tenga el mejor camino posible, pero ese camino ya no está en ti y hay coyunturas inesperadas, impredecibles y hasta dudosas, que hacen que una película tenga un resultado o otro. En el fondo eso ya no debe preocuparnos tanto, porque es ahí donde están las angustias o también las percepciones, que luego no son tan positivas. Lo que más importa es el compromiso y la libertad creativa.

Sin señas particulares está hecha con un equipo de mujeres, imagino que de alguna manera viene a generar una forma de trabajo, un tono, que quizá sería distinto en un grupo mixto, ¿cómo fue la experiencia de esta decisión?

Fue muy importante. Claudia Becerril es una fotógrafa maravillosa, Diana Arcega productora en línea, Dalia Reyes es directora de documental pero nos acompañó como directora de arte, y tendría que mencionar a todas; además de esta cuota de género llevamos algunos hombres, pero definitivamente tuvimos un muy talentoso crew.

Aquellas mujeres decidieron acompañarnos muchísimo tiempo, porque fue una película que se hizo en bastantes semanas. No todo el crew estuvo todas estas semanas, pero por ejemplo Claudia, Diana Arcega y Astrid, en algunas secuencias en la frontera nada más fuimos nosotras, Astrid hasta sonido hizo.

 

¿Cómo te sitúas frente a este próximo estreno?

El contacto con el público mexicano nos da nerviosismo y expectativa; la película ha recorrido muchos festivales, se ha estrenado en algunos países antes que en México, pero nos preguntamos: ¿Cómo la va a recibir el público en México? ¿Van a sentir que es una película verosímil? ¿Qué les habla a ellos y a ellas? En el fondo esta película es un homenaje a los familiares de los desaparecidos, particularmente a las madres, y una de nuestras preocupaciones es que se sienta como ese homenaje, que se sienta sincero y emotivo.

Hasta ahora, cuando la compartimos recibios una respuesta muy positiva, queremos que la gente vaya a verla. Creo que tú que has hablado con directores y directora del cine mexicano, pues todes deseamos compartirla con el público, que se abran más espacios de exhibición, que el público mexicano sienta que tiene más alternativas en la cartelera que las películas de superhéroes, que ocupan hasta el 80% de las salas. Sin señas particulares sale junto con un blockbuster el próximo cinco de agosto, esperamos que tengamos esa confianza del público que entra la sala, que la vea y creo que la película les va a producir emociones.

 


Sin señas particulares (México, España, 2020). Directora: Fernanda Valadez. Productores: Astrid Rondero, Fernanda Valadez, Jack Zagha, Yossy Zagha. Compañías productoras: Corpulenta / Foprocine / Avanti Pictures / Enaguas Cine / Nephilim Producciones. Guión: Fernanda Valadez, Astrid Rondero. Fotografía: Claudia Becerril. Directora de arte: Dalia Reyes. Edición: Fernanda Valadez, Astrid Rondero, Susan Korda. Música original: Clarice Jensen. Reparto: Mercedes Hernández, David Illescas, Juan Jesús Varela, Ana Laura Rodríguez, Laura Elena Ibarra, Xicoténcatl Ulloa.