‘Las flores de la noche’ de Eduardo Esquivel y Omar Robles: el carnaval de la disidencia

Dulce Gardenia, Violeta Nicole y Alexa Moreno son las chicas más bullangueras de Mezcala de la Asunción, un pueblo que se encuentra en la costa de Jalisco, muy cerca del Lago de Chapala.

 

Las tres participan en todas las fiestas y los chismes de la comunidad. Desde temprano alborotan su pelo, se maquillan con esmero, se prueban sus mejores vestidos y salen a la calle a brillar. Una de ellas, Uriel, no está del todo convencida de participar en la fiesta: la misión de las otras es mostrarles donde está la alegría, la identidad y el amor de hermanas.

 

Las flores de la noche es un documental de Eduardo Esquivel y Omar Robles que crea nuevas imágenes, donde todas las identidades son legítimas, y además gozosas.

El antecedente de Las flores de la noche es un cortometraje de Eduardo, Uriel y Jade, ¿por qué regresan a Mezcala a hacer esta segunda historia?

Eduardo Esquivel (EE): Uriel y Jade es la antesala a Las flores de la noche, que fue mi primer acercamiento con el cine documental, con una realidad que me atravesaba el corazón, el cuerpo y la vida. Había una necesidad fuerte de no quedarnos en la historia de Uriel, que tenía mucho dolor, pues partía de un personaje atormentado. Había que hacerle justicia a la disidencia sexual de Mezcala, contar la historia desde otro lado.

Omar Robles (OR): Uriel también sale en Las flores de la noche pero en el corto habla de una situación triste del personaje. Había un universo en Mezcala que hablaba de otras cosas, del orgullo y la libertad, que nos parecía importante mostrarla en un largometraje.

 

Las reinas de la noche se ven cómodas en Mezcala y parece extraño, sabemos que las comunidades no son muy abiertas a las diversidades sexuales. Me preguntaba si ya tiene asumida la diversidad o si ustedes hicieron su película de modo que evitarán las partes no gratas…

EE: Teníamos material para hacer una película con datos dolorosos, pero no era nuestra intención hacer una película oscura, llena de sufrimiento. Había el objetivo claro de hacer una película alegre, llena de amor; esa oda a la juventud, a la amistad, a emborracharse, a estar con el otro o la otra y saber que tienes ahí una amiga, una hermana, y celebrar un cumpleaños a las orillas del lago, construir familias. También se trata de eso la película: de construir familias entre amigos y amigas.

OR: Las flores de la noche empezaron a vivir su identidad de género desde muy chiquitas, sus primeras experiencias fueron de rechazo y violencia, pero lo que ellas han hecho es poner el cuerpo, que es otra manera de activismo: ser la bandera que abre los espacios. Eso está en la película, hay cierta admiración de verlas tan libres y está bueno que exista esa lectura en un país que a cada rato mata a mujeres transexuales, que su expectativa de vida es hacia los 35 de años. En ese contexto hay que contar historias de valentía como las de estas chicas.

¿Cómo se dirige a un grupo de amigas tan explosivas, tan protagónicas? ¿Cómo le dan orden al carnaval casi perpetuo —al menos eso se ve en la película—que traen ellas?

EE: Desde Uriel y Jade, en 2016, comenzó un viaje constante a Mezcala, para acompañarlas no nada más con el objetivo de sacar algo de ellas, sino de participar del carnaval, era la mejor manera de dirigirlas. Esto funcionó: dar esa confianza para después integrar la cámara al grupo de amigas.

OR: Para hacer una película honesta nos hicimos parte de ese grupo, esos años de filmación fuimos amigas íntimas de Las flores, todos en el pueblo nos veían y nos consideraban parte del grupo, y ellas nos consideran hermanas. Este fin de semana, por ejemplo, nos vimos para celebrar el estreno de la película, con ese amor que nos tenemos. Para filmar fue importante pertenecer al grupo, no verlas desde la otredad: construir la relación, hacerlas cómplices de contar la historia.

EE: A final de cuentas una parte de nuestra vida fue con ellas y tratamos de hacer todo de la manera más honesta y más amorosa. Estamos contentas del resultado y del compromiso que teníamos y aún tenemos con ellas.

¿Y cómo es el vínculo entre ustedes, Omar y Eduardo codirigiendo, con el mismo nivel de decisión?

EE: Con Omar éramos cómplices desde el inicio de la carrera. Somos egresados de la Universidad de Guadalajara y participamos juntos en Uriel y Jade y otros trabajos de ambos y de otras compañeras y compañeros. Hay una paz mental en confiar a ciegas en el otro. Obviamente nos dedicamos a una cuestión que atraviesa el ego, quién no ha tenido problemas en un rodaje, pero a final de cuentas pudimos construir y fortalecer una relación profesional.

OR: Había un trabajo de mesa profundo con todo el equipo. Ponernos en sintonía creativa y de discurso no era tanto a la hora de estar filmando: el trabajo de conceptualizar, de platicar entre nosotros ocurría antes del rodaje. Generas una sintonía creativa que termina por ser cohesiva.

 

¿Llevarán Las flores de la noche a Mezcala?

EE: Planeamos una función en Chapala, que tiene el cine más cercano a la comunidad, hay posibilidad de hacer una proyección en noviembre. También queremos hacer una función en Mezcala, que la vea todo el pueblo y se empoderen. Si ya están empoderadas ellas, que se sientan orgullosas, porque también siento que la película es esto: las ve de una manera cariñosa, con mucha dignidad. Queremos que se sientan orgullosas del resultado y de cómo son representadas en la pantalla. Justo al otro día de la entrevista tendrían junta virtual en el Foro de Coproducción de Europa y América Latina del Festival de Cine de San Sebastián, para presentar La eterna adolescente, película que dirigirá Eduardo Esquivel y producirá Omar Robles, junto con Sofía Gómez Córdoba y Julián Cherrier. “Es sacarnos el chip de Las flores y ponernos el de la Adolescente”, dice Eduardo. “Mañana iniciamos actividades a las 6 de la mañana. La queremos filmar en Guadalajara.”

 


Las flores de la noche (México, 2020). Dirección: Omar Robles, Eduardo Esquivel. FotografíaFredy Padilla. ProducciónOmar Robles, Eduardo Esquivel. GuiónEduardo Esquivel, Omar Robles. EdiciónCarlos Cárdenas Aguilar. MúsicaAlberto Romero Parra. SonidoOdín Acosta.