Muere un albañil en un accidente de trabajo y los dueños de la construcción evaden la responsabilidad de la indemnización. El hermano del difunto, junto con sus compañeros, buscan cómo cobrar la deuda.
Menos mística que Los albañiles de Jorge Fons (1976), con algún guiño a las utopías abolladas del tipo de El señor de las moscas [novela de William Golding con versiones cinematográficas de Peter Brook (1963) y Harry Hook (1990)], Mano de obra, ópera prima de David Zonana, crea una metáfora poderosa que nace con la desigualdad social y laboral, y alcanza el agrio cuestionamiento sobre la imposibilidad de la justicia y la tentación de la corrupción.
Mano de obra es de las primeras películas mexicanas que buscan reabrir las taquillas de las salas grandes, después de la pandemia sanitaria por la covid-19. Platicamos con David Zonana sobre su película y esta hazaña de exhibición.
¿Dónde estuvo el germen para escribir Mano de obra?
Solamente observar cómo vivimos las injusticias y los contrastes que hay a nuestro alrededor, eso personalmente me afecta, me parece triste y que necesariamente obliga a cambiar el sistema. Tenemos que cuestionarn cómo nos estamos manejando personalmente y cómo aportamos a estos ciclos.
Empieza siendo una película lóbrega, hay una muerte, una serie de cuadros sobre injusticia laboral, después derivas a cierto tono cínico, irónico, ¿así pensabas la estructura de la historia?
La realidad de la vida no siempre es drama o una comedia, los seres humanos no son blancos o negros, tampoco las situaciones son drama-comedia totalmente. Yo quería plasmar matices y tonalidades de gris, tanto en la moral como en las situaciones de vida, que tienden a ser dramática o muy divertidas también.
El matiz más interesante es el del protagonista Francisco, lo llevas por un arco dramático crítico y contradictorio…
No creo que sea contradictorio, sería contradictorio si sólo esperamos dos tonos en el ser humano. Para mí no es una contradicción, el ser humano es complejo, tiene muchos tonos de gris y las circunstancias también sacan de nosotros una parte que no se había visto en otro momento. Es el reflejo de lo que he visto en la historia de Latinoamérica, en términos de liderazgo y movimientos sociales. Luis representa estos ideales importantes que es la búsqueda de justicia, pero como ser humano también se termina corrompiendo. Esa fue siempre la idea con el personaje: reflejar a estas figuras políticas que han existido en la historia de Latinoamérica que son grises, no blancas o negras.
Un actor profesional lleva el protagónico y tienes a un grupo de actores no profesionales que consigues del gremio de la construcción, ¿qué me puedes platicar de esta opción?
Cuando escribía el guión pasé mucho tiempo en construcciones, para familiarizarme con la industria de la albañilería. Me di cuenta que replicar ese mundo con actores iba a ser más difícil que lograr que los albañiles se sientan cómodos frente a una cámara. Tomé la decisión de trabajar con albañiles reales y mezclarlo con actores, que no es extraño, se ha realizado muchas veces, creo que le aporta mucho a la historia en términos de realismo, pero también agregar actores profesionales da un rigor que sería difícil de lograr con actores no profesionales, porque obviamente un actor tiene conocimiento de los ritmos. Esa conjunción funciona muy bien.
¿Cómo era la interacción en el rodaje, entre Luis Alberti y tus otros actores?
Fue de los puntos que considere cuando contrate a Luis: su carisma, su buen trato, su simpleza. Eso iba a permitir que se crearán lazos, que al final era lo más importante. El trabajo fuera de cámaras era crear estos vínculos; con los albañiles me enfocaba en que se sintieran cómodos frente a la cámara, más que para que aprendieran a actuar. Yo no necesitaba que ellos actuaran, los escogí porque tenían las características de los personajes que escribí. Más bien era importante que se sintieran cómodos con una cámara, todo el trabajo fue enfocado en eso.
Se suele comparar Mano de obra con Parásitos de Bong Joon-ho, pero más allá de esa comparación llama la atención que varias películas están rodeando estos temas de desigualdad laboral. ¿Por qué ahora está ocurriendo esta tendencia de voltear hacia los trabajadores?
Es obvio que los artistas están viendo la misma realidad, cada vez se puede evitar menos porque es demasiado apabullante y más ahora que se ha acelerado la crisis de desigualdad con la pandemia. Si Mano de obra fuera la única yo más bien pensaría que la gente son psicópatas insensibles. Por suerte el mundo artístico es empático hacia la realidad; eso sólo me dice que son seres humanos y les preocupan las mismas cosas que a mí.
Mano de obra es de las primeras películas mexicanas que regresan a las salas, después de la pandemia. De por sí para el cine mexicano es difícil la distribución y la exhibición, puede ser temerario estrenar ahora que no todo tiene ganas de regresar a la sala…
Quisiéramos que las circunstancias fueran distintas pero tenemos que seguir adelante y confiamos que los cines están tomando las medidas necesarias para darle la confianza a la gente. Hay que aprovechar también que no hay mucha competencia: las películas grandes siguen esperando porque hay más dinero invertido, entonces probablemente haya menos público pero también menos competencia y menos programación. Así que puede salir bien, ya veremos.
Mano de obra (México, 2019). Dirección y guión: David Zonana. Producción: Michel Franco, Eréndira Núñez Larios, David Zonana. Compañía Productora: Teorema. Fotografía: Carolina Costa. Edición: Óscar Figueroa Jara. Sonido: Alejandro de Icaza, Enrique Fernández Tanco. Música: Murco. Dirección de arte: Ivonne Fuentes. Reparto Luis Alberti, Horacio Celestino, Francisco Díaz, Hugo Mendoza, Jonathan Sánchez.