Sobre los personajes y actores: Era importante que se sintiera como una familia real, crear esta relación simbiótica entre los personajes de Valeria y Rodrigo; trabajamos muchísimo con improvisaciones antes de la película. La apuesta era que los actores habitaran sus personajes en diferentes situaciones. Íbamos sembrando conflictos para que pudieran desarrollar sus relaciones. La película parte de crear personajes reales, complejos, verosímiles: ponerlos en situaciones de conflicto y a partir de allí jugar con ello.
Ópera Prima, ¿conexión personal?: Cualquier película que hagas debe de tener una conexión personal. Yo quería hablar de lo que los gringos llaman coming of age, las primeras emociones que uno siente en la vida, como celos o dependencia emocional; son emociones fuertes que uno siente sin la experiencia para saber dónde acomodarlas. Evidentemente parte de un lugar muy personal, porque como directores nos corresponde imprimirles algo de nosotros, pero al final también tratas de hacer un buen drama, que la película funcione más allá de eso: todo esta ficcionado, nada de lo que está ahí es verdad.
Locación: Es en Nextlalpan, Estado de México. Son cuatrocientas casas, todas iguales, y ésta es como una pequeña historia de una de esas casas. También elegimos que fuera una casa muy pequeña porque hace las emociones más fuertes y dramáticas.
María Sarasvati Herrera, directora de fotografía, también nos cuenta un poco del proceso de filmación: Lo ideal hubiera sido filmarla en 16 mm, pero eso implicaba un proceso más largo y caro. Quisimos ponerle grano para que se viera más cinematográfica, somos muy nostálgicos de cine, del negativo. La idea de la fotografía es que primero se sienta muy encerrado, muy saturado de colores y después se vuelva mucho más amplio y mucho más blanco.
Blanco de verano tuvo apoyo del Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine) de Imcine.
Redacción: María López Pons y Thamara Martínez.